Por Marisol Vera Guerra
La Primera Feria Nacional del Libro de EscritorasMx, que reúne a más de 100 escritoras de todo el país, se lleva a cabo del 8 al 11 de diciembre, de 11 a 21 horas (hora de Ciudad de México), en un formato 100% virtual: transmisión en vivo desde el canal de Facebook@EscritorasMx. Voces consolidadas y emergentes presentan novelas, antologías, microficción, ensayos y poesía, como muestra de la amplia producción literaria que encabezan las mujeres en México, ya sea desde casas editoriales o esfuerzos independientes. Escritoras presentes en la inauguración: Ana García Bergua, Beatriz Graf, EthelKrauze, Silvia Molina y Cristina Liceaga.
Y ahí estaba yo alzando la mano. En la virtualidad del confinamiento una se habitúa a la ubicuidad. El centro del país de pronto había dejado de ser un lugar lejano, para estar exactamente en mi casa o en la de cualquier otra persona. ¿Y si hacemos nuestra propia feria?, fue la pregunta abierta en el muro de Facebook de Cristina Liceaga, fundadora de EscritorasMx, un proyecto que tiene como finalidad visibilizar la obra de escritoras mexicanas de todas las épocas. Esta interrogante fue detonada por la cancelación de su participación en la FIL Guadalajara, pero ¿qué no podíamos las mujeres crear nuestro propio espacio? Y así, en un parpadeo, me encontré junto a otros 15 pares de manosurdiendo, hijo a hilo, la que sería la Primera Feria Nacional del Libro de Escritoras Mexicanas (FENALEM). Norte, centro, bajío y sur de México se hallaron enlazados a través de nuestras miradas: simultáneas, pero con un matiz propio.
¿Y por qué se necesitan antologías, encuentros literarios y, ahora, una feria del libro de puras mujeres? El incidente ocurrido hace cuatro años con cierto cintillo en un libro conmemorativo por los 100 años del nacimiento de Elena Garro –que la señalaba como mujer y amante y más, de “X”escritores varones– apunta a una respuesta. En pleno siglo XXI el sistema patriarcal nos sigue validando a las mujeres en relación a nuestro vínculo con los hombres. Viene al caso, también, esa vieja nota de prensa, aparecida originalmente en los años 60 del siglo pasado, sobre la ahora llamada “Chéjov canadiense” –fuera del plausible halago, yo sigo viendo esta insistencia por colgar el trabajo de las autoras en un nombre masculino, como si no tuviera valor per se–.“Ama de casa encuentra tiempo para escribir”, decía más o menos, aquella noticia sobre Alice Munro, quien medio siglodespués ganaría el Premio Nobel. El papel de ama de casavisto como identidad y casi como sustituto de la mujer completa. No es, pues, una circunstancia exclusiva de Latinoamérica o específicamente de México, podríamos llenar páginas y páginas citando casos análogos en el mundo entero.
Fue, precisamente, al estar haciendo un proyecto sobre la obra de Elena Garro, en 2016, que Cristina Liceaga, narradora y periodista de Ciudad de México (CDMX), tuvo la idea de fundar el grupo de EscritorasMx, el cual nacería un año después, lanzando un concurso nacional de cuento que lleva, ya, tres emisiones, y en cada una se ha premiado y visibilizado la obra de 25 escritoras. A decir de Cristina, lo que había funcionado para una sola autora –Garro– podría funcionar para todas las escritoras mexicanas.
No es, por supuesto, un hecho aislado. Diversos esfuerzos se han sumado en nuestro país, durante las primeras décadas del presente siglo, para visibilizar la literatura escrita por mujeres. En el norte, por ejemplo, la poeta y filósofa chihuahuense Reneé Acosta desarrolló en 2007 el proyecto Geografía poética: la poesía femenina joven en el norte de México, evento afortunado que me llevó a conocerla, y desde 2013 coordina Mukí ra‘íchari, “Mujer palabra”, antología digital de literatura femenina chihuahuense.Pienso, luego, en la labor incansable de la escritora EthelKrauze, de CDMX –a quien también tengo la alegría de conocer en persona y doy fe de que es encantadora– a través de sus talleres literarios que llevan un título sencillo y despojado de retóricas: “Mujer: Escribir cambia tu vida”. Destaco, también, el proyecto que ha emprendido Esther M. García, poeta oriunda de Ciudad Juárez y radicada en Saltillo, que se ha dedicado a mapear a las escritoras mexicanas contemporáneas ¡y ya lleva 514!, con más de 47,200 visitas.
La mayoría de las mujeres que escribimos podríamos citar algún otro ejemplo, en nuestra propia localidad, de talleres, antologías, encuentros y otras actividades dirigidas a la pluma de las mujeres creadoras. En Zacatecas, por ejemplo, el Colectivo Líneas Negras, que –citado por Alejandra R. Montelongo– promueve la lectura de escritoras de todo el mundo, o –citado por Jazmín García– el proyecto de Alma Delia Cuevas, en Toluca: “Coordenadas de voces femeninas”. En Monterrey, tengo presente el encuentro de escritoras del norte Miradas paralelas, coordinado por Vanessa Garza, que se hizo por ahí de 2013 y 2014 –si la memoria no me engaña–, y en Tamaulipas, la antología Poetas tamaulipecas del siglo XX, de Nohemí Sosa Reyna, editado por el ITCA, que reúne voces de escritoras representativas del estado hasta el año 2000. Y, por supuesto,el encuentro de escritores Los Santos Días de la Poesía,coordinado por Celeste Alba Iris, que en una de sus ediciones llevó por título “Verbigracia: La cabeza fuera del horno”, con la intención de dialogar acerca de temas de género en la literatura tamaulipeca.
Ahora, el proyecto que ha desarrollado Cristina Liceaga se sitúa, me atrevo a afirmar, entre los acontecimientos históricos del siglo XXI, en México, en torno a la visibilización de la literatura hecha por mujeres. La FENALEM es la primera feria nacional del libro en México –y, acaso, en el mundo, ayúdenme a verificarlo– que tiene como protagonista la pluma de las mujeres escritoras. Un impulso necesario para deconstruir el canon literario, donde se están incluyendo, además, las lenguas originarias y a las autoras que escriben más allá de las fronteras.
Las mujeres siempre hemos estado presentes en el arte y en las ciencias, pero solo se nos ha permitido ser musas o súcubos; Mater Dolorosa o femme fatale. Cuando una ha tratado de asumir la voz activa, mostrando una realidad cotidiana y mucho más compleja, casi siempre acaba silenciada. Como alguna vez me hizo reflexionar Patricia Laurent Kullick en uno de esos posts mágicos que suele colgar de su muro, la literatura no será universal mientras se siga dejando fuera a la mitad de la humanidad.
“Escribir de lo que quiero ha sido romper un poco con la estructura de la buena mujer en la que antes me esforcé en encajar”, menciona Perla Urbano Santos, de CDMX, y una de las 16 organizadoras de la FENALEM. Esta imagen ideal de “buena mujer” aparecía, ya, confrontada por Rosario Castellanos en su indispensable ensayo Mujer que sabe latín, donde, entre muchas otras cosas aborda “el conflicto latente o actual entre la potencia intelictiva y las potencias afectivas de la mujer”. ¿Por qué no se puede tener ambas?, ¿por qué la mujer tendría que dividirse y quedarse con una porción de sí misma para ser aceptada? Es lo heterogéneo lo que caracteriza la cultura, en especial la mexicana, que es rica y diversa, y más aún en las mujeres escritoras: “Hay diversidad –continúa Perla–; no es homogénea, y la contradicción también la constituye”.
El sentimiento de haber sido subestimada como escritora, por motivos de género, es una constante entre las mujeres que escribimos. Por ello, cuando le pregunto a Jazmín García Vázquez, poeta y narradora oriunda del Estado de México y, también, compañera organizadora, me dice: “Urge escuchar sus voces, necesitan ser reconocidas desde espacios propios donde no sean relegadas ni comparadas, desde donde puedan expresarse libremente”. Esta libertad que solo puede darnos el lenguaje, a la que únicamente puede aproximarnos la palabra, no debiera ser un privilegio, claro, sino un derecho propio de cada ser humano. “Una literatura –añade Jazmín, refiriéndose a la escrita por mujeres– que no tiene que ser precisamente rosa o delicada; también puede ser transgresora, fuerte y reveladora”.
“Mi mayor problema era demostrar que siendo mujer tenía una historia qué contar –dice Julia Cuéllar, desde León Guanajuato, y casi puedo oír el timbre de su voz, fuerte y con la autoridad que merece esta afirmación–. La idea de que no había es mentira. La noción de que sólo se escribía sobre la cocina, el desamor y los hijos, es otra mentira, una más es la idea de que apenas están surgiendo las escritoras, creo que es otra artimaña para dividirnos […] Es momento de permitir que las voces nuevas aprendan del legado de grandes escritoras y puedan generar su propia voz”.
“Las mujeres de alguna manera plasmamos en la escritura aquello que como género nos afecta –dice Alejandra R. Montelongo, de Zacatecas–. Y en este caso la literatura escrita por mujeres en México se ha vuelto de resistencia y contestataria a la realidad social”.
Volviendo, pues, a la pregunta inicial, ¿por qué se necesitan espacios propios para las mujeres creadoras en México?, Magdalena Pérez Selvas, narradora de CDMX, resume: “Porque no existen. Así de fácil”. Y enseguida añade: “Creo que estamos logrando, desde ya, poner el foco en la literatura escrita por mujeres, en que hay mucha producción y muchas autoras […]. Es una ley universal que todo es cíclico, el patriarcado también lo es. Creo que estamos viendo el principio del final”.
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Comité organizador de FENALEM: Patricia Bermúdez · Carla Cejudo · Julia Cuéllar · Elsa D. Solórzano · KiaraFernández · Jazmín García Vázquez · Cristina Liceaga · Mayahuel Zárate · Fanny Morán · Camelia Rosío Moreno · Magdalena Pérez Selvas · Alejandra R. Montelongo · Maru San Martín · Perla Santos · Guadalupe Vera · Marisol Vera Guerra
Marisol Vera Guerra: Psicóloga, escritora, tallerista y editora. Miembro del grupo Letras en La Frontera. Ha publicado poesía, cuento y ensayo en antologías, revistas y prensa en México, EE. UU., Italia, Colombia y otros países. Incluida en Parkour Pop.ético o cómo saltar las bardas hacia el poema (SEP / DGESPE, 2017); Anthology Feipol(LAFA, 2018) y Ensayo panorámico de la literatura en Tamaulipas (ITCA, 2015). Autora de varios libros, entre ellos Antologia personale, #SiLaMuerteSeEnamoraDeMí e Imágenes de la fertilidad, poesía, mito e historia sobre la Huasteca. Becaria del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (2010) y del programa Financiarte de CONARTE (2018). Fue una de las ganadoras del Concurso de Poesía La Carta di Altino, Italia, 2020. En 2019 expuso su obra poética en Venecia, en la sede de Progetto 7LUNE.