Debería callar quien tiene
que callar. El agua balbucea
lo que nadie dice. Hablar
por hablar. Llueve de noche.
En la negra arboleda matutina
trinan dulcemente un centenar
de pájaros diversos: no dicen
nada. La hojarasca, entre tanto,
canturrea el sinsentido triste
de las hojas muertas. Y en el viento
se confunden los sonidos
y el aroma de todo lo que existe
bajo el sol y persiste a la luz
de las lunas mortecinas.
Fulgores desolados de la noche
oscura. La de la huida.
La del salir puertas afuera
Y a escondidas en busca
del amado. Callan las calles
de las tinieblas. Calla el silencio
del que espera. Orar, pedir, clamar
es tan inútil como inútil es
echarse a andar montaña arriba
buscando el precipicio y el cañón
del eco. Pero hay entre nosotros
quienes no pueden no ascender
ni sostener las riendas de la voz
que se desboca y ladra
en el torpe disparate: en la llamada.
Santiago Daydí-Tolson (Chile, 1943), ha vivido en los Estados Unidos desde la década de los sesenta. Recibió en 1973 el Doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad de Kansas y actualmente, después de enseñar en las universidades de Fordham, Virginia y Wisconsin-Milwaukee —de la que es profesor emérito—, es catedrático de literaturas hispánicas en la Universidad de Texas en San Antonio. Ha publicado en su campo de especialización, pero a pesar de haber escrito poesía desde que tiene memoria ha publicado poco o casi nada de su obra lírica. La lira de la ira, próximo a aparecer publicado por Bilingual Press, recoge una selección de poemas en español e inglés de varios volúmenes inéditos.