Tres poemas de Raymond Queneau
(Traducción de Adolfo García Ortega)
El escritor Raymond Queneau (Le Havre, 1903 – Paris, 1976) participó activamente en el surrealismo. Toda su obra, tanto la narrativa como la poética, está elaborada con un humor agudo, cortante, pero también compasivo y humano, y con un tratamiento de la poesía siempre cuestionada, perseguida en sus costumbres y tendencias con una magia peculiar. Para Queneau, el lenguaje es una fuente de placer popular. En su poemas no se cansa de mostrar hallazgos, sarcasmos y una que otra burla. Su obra es un luminoso laboratorio lingüístico y cultural, abierto siempre a las eventualidades de la razón y de la imaginación.
NOCHE
Noche: dos sílabas
Muros: cerrados como hexágonos
Noche: dos sílabas
Otoño: exhaustas y hartas de esperar
en un corazón demasiado dulce las abejas…
Noche: serpiente hueca con anillos irisados
los dioses se entrelazan para hacer bailar los arcos
de cartas olvidadas entre muy muelles mudas palabras
La noche se incendia y asesina al mundo
La noche se incendia y transforma el mundo
La noche se incendia y el mundo se precipita
Todo parece desvanecerse incluso las ágiles montañas.
EL TIEMPO PASA
Nunca admiré tanto la Luna
hasta que supe que en árabe
se llama Q M R
La luna juega con la infancia
se cierne en olas
que absorben las hojas de los árboles
aro sutil y excesivo
pasta de eternidad
Un soldado se detiene inmóvil ante el canto del búho
ante el golpe del sapo en el cristal
La luna canta a la hierba pura del sueño que se ignora
Las ratas bailan en las ciudades
Las estaciones se callan y se callan
también quienes aúllan en la noche
quienes gimen en silencio
La memoria se extiende hasta el pasado de los otros
Hipócrita erudito no llorarás más
dispersado en ti mismo.
EL INSTANTE FATAL
Cuando entremos por la boca y de través
en el imperio de los muertos
con nuestras verrugas nuestros piojos y nuestros cánceres
como tienen todos los muertos
cuando el orificio nasal se cierre y vayamos bajo tierra
a reunirnos con todos los muertos
tras la degustación de las pompas fúnebres
con que rocían a los muertos
cuando el colmillo se caiga y mordamos el polvo
hecho de huesos de muertos
tapones de corcho en la oreja y hocico en el ataúd
abrevadero para muertos
cuando el cuerpo esté molido por la fatiga medular
que revienta a los muertos
y el cerebro apolillado un tanto estilo gruyere
atributo de los muertos
cuando los efímeros cotilleos precarios
apenas lleguen ya a los muertos
y la espalda esté toda encorvada cual esqueleto anguloso
pues poco flexibles son los muertos
iremos a encontrar la morriña mortuoria
que corroe a los muertos
acarreando nuestro féretro hasta el cementerio
donde refunfuñan los muertos
cuando el mundo haya mascullado las plegarias
que apaciguan a los muertos
y puesto nuestra causa en legajos de notarios
para que prescriba con los muertos
distribuyendo nuestros bienes y posesiones
como herencias de muertos
a vivos resfriados que como nosotros estornudan
y se suenan más que los muertos
cuando entremos por la boca y de través
en el imperio de los muertos
entonces estaremos a punto velas lúgubres
de extinguirnos como muertos
y de cerrar de golpe el círculo elemental
que nos añade a los muertos
quemaremos nuestras últimas voluntades
en la llama de los muertos
y recapitularemos a la manera escolar
nuestros recuerdos de muertos
te ves de nuevo niño sonríes a la tierra
que cubre a los muertos
y sonríes al cielo techo azul luminoso
que olvidan pronto los muertos
sonríes al espacio irritado del mar
que se traga a los muertos
y sonríes al buen fuego incendiario
que hace arder a los muertos
y te sonríen a ti tu padre y tu madre
ahora simples muertos
lo mismo que tíos primos gatos y abuelos
qué son si no muertos
y el fiel perro Arturo y el caniche Próspero
guau guau ladran muertos
y archicadáveres los viejos maestros
de tu época ya muertos
y archifiambres el carnicero y el tendero
una ciudad de muertos
y luego mírate hecho un joven camino de la guerra
donde aumentan los muertos
después te casas y al poco ya eres padre
que procrea futuros muertos
tu buen empleo buena vida y prosperidad
aprovechándote de los muertos
echas barriga pelo cano y gordinflón
execras a los muertos
más tarde la enfermedad y luego la miseria
te preocupas por los muertos
entre toses y temblores lentamente degeneras
te pareces a los muertos
hasta el día en que arrojado por la boca y de través
saltando entre los muertos
tratando de aferrarte a la sensación primera
de no ser de los muertos
deseoso de olvidar el vocablo arbitrario
que designa a los muertos
quieres revivir por último la memoria plena
que te aleje de los muertos
¡loable esfuerzo! ¡justa labor! conciencia ejemplar
de la que se ríen los muertos pues
siempre el instante fatal llega para distraernos.