Por Juliano Ortiz. Inversión de lectura: 2 minutes
La noche cubre con su mirada de sombras la obra enigmática. El Puente de la Mujer es una obra del arquitecto español Santiago Calatrava en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Es la única de sus obras en América Latina y se encuentra ubicada en el Dique 3 de Puerto Madero. Su nombre tiene relación con la zona (todas las calles de Puerto Madero llevan el nombre de mujeres conocidas), en un claro homenaje de Alberto González, el hombre que donó el dinero para su construcción, para distinguir la labor femenina en la sociedad.
Sin dudas me sobresalta una pregunta al cobijo de las luces artificiales, ¿qué significa el falo a 45 grados que se erecta sin disimulo? Busco, interrogo a los ocasionales paseantes y nadie me sabe decir con certera respuesta la razón de su geografía, de su blanco y espigado sueño. Varios me miran con recelo, es indudable que no quieren decirme que para ellos también hay un reflejo de sexo masculino en su primera impresión.
Apoyado en una columna lo examino, hasta que una pareja de ancianos se acerca y me dice, ¿usted estaba preguntando sobre el puente?, sí le contesto, y el hombre, de pantalones anchos y casi hasta las tetillas me explica, el diseño es una síntesis de la imagen de una pareja bailando tango. Agradezco el haberme sacado de mi ignorancia y trato de imaginar los cuerpos sensuales, el ritmo cansino y erótico, hasta que lo comprendo, veo con ojos de artista la posición de los cuerpos, el arte mítico de un hombre marcando el compás, de una mujer dejándose arrastrar por la música que los envuelve como en un sueño.
El río es un espejo en donde ellos, la pareja de ancianos, se dan vuelta y sonríen, escuchan un dos x cuatro corriendo por sus venas, la mujer se desata su pelo gris y se transforma en esa presumida bailarina que mira para abajo y alarga sus dedos con guantes blancos de cemento, el hombre marca con movimientos gráciles, su traje negro se tiñe de tiza haciéndose dos en uno, acaricia a esa mujer mientras los zapatos reflejan los altos edificios hacia el cielo. Ellos son el puente, esa extensión que reverencia a Buenos Aires y une dos puntos, un encuentro eterno, el alma de un barrio nuevo que se abre a la distancia a ritmo cadente de ciudad en los confines del planeta.
Juliano Ortiz
Escritor, nacido en Argentina (1970), asesor cultural, participó en diversas antologías y ganó, entre otros, el primer premio de la Universidad de Morón, Argentina, en cuento breve y prosa poética. Recientemente, fue uno de los ganadores del concurso “Historias de amor…” donde el jurado estuvo compuesto por los consagrados escritores Federico Andahazi y Jorge F. Díaz.