Tres poemas de Ángel Vargas
FOTO: André Kertész
Búnker
El cuerpo es un lugar.
El amor
es una postura que adoptamos
en ese lugar. Una arquitectura.
Mario Montalbetti
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Para sobrevivir hicimos un refugio.
Lo llamamos hogar o búnker
o cama compartida.
Pensamos que una guerra devastaría el cuartel
que hacíamos con las manos pero pronto
nuestro hormigón se levantaba seguro con el hierro.
Para sobrevivir acumulamos agua,
comida y el cuerpo vulnerable.
Hicimos la despensa a largo plazo, previmos
caducidad y balance energético
en todas las raciones.
La oferta alimenticia no iba a ser un problema.
Teníamos protocolos de emergencia.
La casa era segura.
Un búnker nunca falla.
Parecía que había paz
aunque el mundo ya ardía para nosotros.
Trasplante de una sombra
Un árbol de ciudad
no recuerda una infancia
junto a pinos
ni bosques de eucaliptos.
Reconoce un vivero
como un niño a un orfanatorio
y sabe de traslados y adopciones
por hileras de anchas avenidas.
Crece contra la voluntad de las aceras
y se asoma sobre el hombro de las casas
para ver a lo lejos los contornos del valle.
Son muy pocos los que han estado aquí
mucho antes del asfalto.
Un árbol de ciudad se resigna
a las lluvias de mayo
y a ciertos manguerazos
que en las madrugadas
dejan caer las pipas
como la bendición de los domingos.
Y aunque pueda tener
idénticas preguntas
que las de un exiliado,
el árbol no conoce el rencor ni reclama
el esclarecimiento de su genealogía.
Ofrenda el mecanismo
—su alquimia forestal—
de convertir carbono en un diamante aéreo.
GPS
más cerca que yo mismo.
JUAN BAÑUELOS
Hubo trescientos metros de distancia
que redujimos a centímetros,
y los centímetros
los hicimos desaparecer
entre tu carne.
Hay distancias gozosas
para la comunión
con un desconocido.
Los doce mil kilómetros que ahora
nos separan no
los ocupa el mar
ni accidentes geográficos.
Hay hábitos que nos regresan
al lugar del que huimos:
una esposa, dos hijos, tres
nostalgias en fila india
podrían darle a la tierra
cinco vueltas.
¿Qué tan cerca estuvimos de dormir
sin que nos despertara
el ruido de un avión con sus motores?
Vuelo hacia la realidad,
aunque ciertas distancias me sean irrefutables:
los kilómetros que hay
entre nosotros
y con nosotros mismos.
Ángel Vargas nació en Acapulco, México, en 1989. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado A pesar de la voz (Mantis Editores/Secretaría de Cultura de Jalisco, 2016), Límulo (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2016), El viaje y lo doméstico (Praxis/Secretaría de Cultura de Guerrero, 2017), Búnker (Mantis Editores/Écrits des Forges, 2019), y Antibiótica (Fondo Editorial Tierra Adentro/Secretaría de Cultura de Jalisco, 2019).
Ha sido becario del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Guerrero (2013), del Programa de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2014-2015; 2019-2020) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2017-2019).
Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino en 2019.